Ayer llegué a Bangkok, pero fui inesperadamente retenido por la aduana durante tres horas, una experiencia que me puso los pelos de punta. Cuando finalmente salí de 'estar en la lista negra' y llegué al vestíbulo del hotel, vi a dos fren que me esperaban con ansiedad, y de inmediato sentí una oleada de calidez en mi interior.

Resulta que durante el breve tiempo en que perdí contacto con el exterior, ya habían preparado varios planes de rescate. A pesar de que afuera llovía a cántaros, aún así se quedaron esperando durante tres horas completas. Esta amistad me conmovió profundamente.

Aunque esta experiencia fue tortuosa, me hizo apreciar aún más esta valiosa amistad. Encontrar un amigo así a mi lado en momentos difíciles en un país extranjero es realmente una gran suerte. No es solo un viaje, sino una prueba y un testimonio de la amistad.

Después de esta batalla, valoro aún más la preciosa amistad. En este mundo lleno de incertidumbres, tener un fren tan confiable es, de hecho, una gran fortuna en la vida.